Gildemeister Motos, para conmemorar los 70 años de historia de una de las marcas más famosas y exitosas del mundo de las dos ruedas, realizará este sábado 26 de noviembre a contar de las 09:00 horas en la sucursal de Vitacura, el ya tradicional Vespa Giorno, el cual en su séptima edición reunirá a más de 120 ejemplares de diversos años, que recorrerán Santiago en caravana llevando recuerdos y ante todo una incomparable y colorida vista para quienes se las crucen por las calles.
“Con el Vespa Giorno queremos hacer una verdadera fiesta para los amantes de las dos ruedas, donde estamos celebrando los 70 años de la marca junto a los fieles usuarios que año a año nos acompañan y que crece en número cada vez más. Tendremos un recorrido bastante extenso, de alrededor de 120 motocicletas Vespa de diferentes años, que sólo busca llevar historia, belleza clásica y alegría a todas las personas que se topen con la caravana por Santiago”, afirma Benjamín Band, gerente de Gildemeister Motos.
LA “BELLA VESPA”
Hablar de Vespa en cualquier lugar del mundo, es sinónimo de historia, diseño, calidad, vanguardia, tradición italiana, y ante todo de una motocicleta que es un mucho más que una scooter. Cómo nació exactamente el nombre de Vespa es algo que no se sabe con certeza, pero la leyenda asegura que surgió de la exclamación del dueño de la empresa Piaggio, Enrico, al ver la propuesta de un modelo que le presentó el ingeniero aeronáutico Corradino D´Ascaniole. Al ver el modelo, el dueño de la marca Piaggio abría exclamado: «Bello, sembra una vespa» (Bello, parece una avispa), haciendo alusión a la parte engrosada trasera donde va la rueda y el motor, conectada por una delgada pisadera a la parte delantera, donde las manillas del volante dan la impresión de ser las antenas del insecto.
Así habría nacido Vespa, bautizada con el nombre preciso, pues alude a un insecto simpático, individualista, independiente, amante de la naturaleza, tal como el aspecto que proyecta la moto cuando se mueve velozmente, sin pausa y por todas partes del mundo.
De esta forma, nacida en 1946, Vespa forma parte de la historia italiana para todos los efectos, partiendo por sus orígenes que la situaron como un ejemplo de estrategia de reconstrucción. Lo anterior, pues Enrico Piaggio poseía una empresa heredada por su padre Rinaldo, absolutamente destruida por la guerra y del todo inadecuada para los nuevos tiempos de paz, y por lo mismo, sus perspectivas en un país con una economía inexistente para aquel entonces, eran casi nulas. Pero sin embargo, y contra todo pronóstico, Vespa fue un verdadero gran descubrimiento: un vehículo para el transporte urbano y también para un pequeño viaje. Era la solución individual perfecta al problema de la movilización.
Así, en abril de 1946 en el club de golf de Roma, se presentaron los primeros 15 ejemplares que salieron del establecimiento de Pontedera, diseñados por el ingeniero Renzo Spolti y bautizados con el nombre de Paperino (patito en italiano). Se trataba de un medio de transporte cómodo, de fácil manejo y barato. La primera Vespa era un verdadero utilitario de dos ruedas, un vehículo que no era una incómoda y ruidosa motocicleta, sino que emanaba clase y elegancia al primer vistazo.
Más adelante, su producción de cilindrada más pequeña, la Vespa 50, fue acompañada con la ley que permitía manejar sin licencia y sin patente, estableciéndose como un icono mundial del mundo juvenil. Asimismo, los primeros síntomas de la contaminación y las fuertes campañas ideológicas en contra de toda forma de daño al medioambiente, llevaron a ver en Vespa un gran antídoto.
Por esto, Vespa se transformó fácilmente en un mito: un mito obrero, un mito de rescate, familiar para las jóvenes parejas, y en definitiva un mito de libertad al interior de una sociedad trabajadora y optimista. Ese mismo mito que se expandió a los periodos sucesivos de la Europa de esos años, la del boom o la de la renovación generacional de los años 60, logrando ser hasta el día de hoy un objeto de diseño y culto.
Además, todos estos hitos en la historia de Vespa fueron acompañados de mensajes publicitarios de profundo contenido social y especies de anticipos de un sentir «político» común, condimentos más bien insólitos en la historia de la industria italiana, llegando a ser un icono trasversal en edades, géneros y clases sociales.